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La cueva de la Virgen de Montesclaros

Sobre un altozano entre el pico Solaloma y el río Ebro, se erige el Santuario Real de Montesclaros, lugar de referencia secular mariana de los municipios de la comarca cántabra de Campoo-Los Valles. De todos es sabido que Valderredible y sus municipios limítrofes albergan un buen número de construcciones rupestres de carácter religioso, cuya datación se remonta al periodo de la Alta Edad Media.

La génesis de esas oquedades para uso litúrgico y su extensa profusión por la zona más meridional de la región cántabra tiene una explicación litológica. La composición del terreno, por donde discurre el río Ebro, es viable para ese tipo de construcciones tan peculiares. El soporte de las iglesias rupestres está constituido por rocas de carácter blando, hasta el punto que -con simples herramientas- la excavación no entraña ninguna dificultad. Algunos roquedales son de areniscas granudas y otros de tobas calcáreas, siendo en ambos casos fácil su excavación.

Descripción

Como bien señala el profesor, Bohigas Roldán, la historia de santuario está mal estudiada’ y, si, además, añadimos que los escasos documentos con que se contaba desparecieron en un incendio, las especulaciones sobre su origen son variopintas.

Se cuenta que un noble escondió en la citada cueva una imagen de la Virgen traída desde Toledo tras la derrota de la batalla de Alarcos para que no cayera en manos de los agarenos. Transcurría el año 1195. Durante un largo periodo de tiempo no se supo más de ella, hasta que un día un pastor -aquí comienza la leyenda- siguiendo al toro que se ausentaba cada día de la manada adentrándose en una zona boscosa. Lo encontró postrado ante la cueva. Descubierta la imagen fue llevada a la cercana iglesia de Los Carabeos, pero desaparecía y volvía a aparecer de nuevo en la cueva, tantas veces como ocurriese el forzado traslado. Los vecinos entendieron el mensaje y construyeron para albergarla un edificio sobre la gruta mariana.

La cavidad de la denominada Cueva de la Virgen es muy reducida, no así la galería para acceder a ella. ‘La existencia de señales de picado en la cueva similares a los conocidos en otras iglesias y eremitorios de la comarca, tampoco permite excluir un inicio de uso religioso del lugar, en fechas correspondientes a la Alta Edad Media (Bohigas Roldán)’.

A raíz de las excavaciones realizadas en el subsuelo del Santuario, en 1966, se descubrió una cripta prerrománica sobre la cueva. De planta rectangular -de 3,5 metros de ancho por 3 de largo- con un altar de piedra ornado con una talla de sogueado de clara influencia asturiana (periodo ramirense) y en cuyo antipendio figuran símbolos de tradición celta. Una saetera abocinada ilumina la estancia de la capilla. Su datación estaría en torno a los siglos X y XI. Con ello se demuestra que el referido habitáculo religioso es anterior a la traída de las reliquias de santa Casilda (cabellos), san Alejandro Mártir (un hueso) y san Lorenzo (una muela) por que fueran depositadas en el nuevo edificio ya de estilo románico.

Al fondo, frente al altar, en una concavidad del recinto separado por una arco apuntado que cierra una verja, se hayan depositados dos sarcófagos de caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén.. En uno de los cuales figura una inscripción que dice así: Martín Fernández, señor de Los Carabeos, enterrado (1385.) Martín González (refieriéndose al del compañero).

Bibliografía

Bohigas Roldán, Ramón, Las iglesias Valderredible. Cuadernos de Campo. Nº 2, Marzo 1997.

Monreal Jimeno, L.A., Eremitorios rupestres altomedievales del Valle del Ebro, 1989. Universidad de Deusto. Bilbao.

García Guinea, M.A., El Románico en Santander, 1979. Eds. De la Librería Estudio.

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